TRAMO DE EL OSCURO PARECER DE HERIBERTA.
El silencio llegó y se ahuyentó. Las escaleras la retuvieron por un rato con su equipaje en mano. Baje y estaba parada en la puerta con una valija de color rojo muy fuerte. El mismo tono que mostraban sus ojos y los míos. El taxi la espera para llevarla a un hotel. Desde que estamos en la ciudad del costado de la papa nunca llovió. Veo diluviar y el agua invade su rostro. Eso en realidad no sucede. Es su transpiración. Está muy agitada y cree infartarse; esa idea que lleva a cada conversación que se transforma en discusión. Mis palabras no tienen límites y circulan sin tráfico.
No hay más que hacer, mi mente está en rodajas.
Nunca imaginé que insistiendo y manteniendo la calma más sincera, podía lograr que vuelva a hablarme. En realidad sólo le envié un mensaje de paz donde quedo claro que quiero que esté bien. Me contestó que no podía comprender lo sucedido. Así que estamos conversando y está por amanecer. Falta poco para que gire la aguja y vuelva a situarse en la línea de partida. Ese momento es ahora. Después de circunstancias irrisorias y de confusión elevada, partimos a la playa de improviso. Siempre así. Sin saber adonde ir. Vamos iniciando un nuevo ángulo de visión que espero no nos deje ciegos. Ella duerme y su cabeza está apoyada en mi hombro, se rasca la nariz varias veces y bosteza. Solo retrato este momento. Tengo mucho calor y un pañuelo en mi cuello. Me lo dejo. Una campera limpia de tintorería tapa su rostro, le molesta la luz de la pantalla del ordenador en el que escribo. Es por eso que se cubre toda hasta desaparecer. El viaje continúa…
Vallarta Express es una mañana sin continuidad. Todo respira en sintonía. No se oyen desencantos que contagian humores de ajenos. Miro la línea recta horizontal de más de de un metro que forma el que la puerta no llegue hasta el piso. Suelo ver la sombra
de los calzados de las personas pasar. El rectángulo de madera más alto que ancho me encierra, se mueve a cada rato y pienso que alguien toca la puerta. Son los motores que circulan por la calle los que golpean.
Otra vez el mismo sitio, distinta la visión. Paisaje llamativo. Las campanas sostienen el cielo. La vegetación transgrede al cemento. Lo encarcela. Las montañas tapadas por nubes contiene suben. Así es como se conectan con los cielos y se evaporan algún día. Mientras espero más de un par de horas que la planchen, la decoren y le devuelvan su imagen tal cual quiere. Lo cierto es que el sol está a pleno pero desde una habitación se enrojece hasta quemar lo más profundo. Ahora estamos al costado de la papa de costado.
Libro: El Oscuro Parecer de Heriberta (El Costado de la Papa).
Autor: Gastón Yemal.
Editorial: SH.
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